martes, 18 de octubre de 2011

Cuando se gasta más de la cuenta

(LA MEDIA COLUMNA-FRANCISCO AYALA)
UN GRUPO de trabajadores de la sección de mantenimiento del Hospital Universitario Nuestra Señora de la Candelaria, de Santa Cruz de Tenerife, a través de uno de ellos, que hace de portavoz, me envía un texto referente al funcionamiento del centro hospitalario, conocido, desde su fundación, por la Residencia Sanitaria, y fue el primero de los hospitales públicos de Canarias perteneciente a lo que, en principio, el régimen anterior llamó Seguro de Enfermedad y hoy pertenece al llamado Servicio Canario de Salud, en el que se integran todos los centros hospitalarios del Estado en el Archipiélago.
Tengo un especial recuerdo de la popularmente conocida por "Residencia", de la que publiqué, en este periódico, el reportaje de su inauguración, recién terminadas las obras, trabajo que llevé a cabo con mi muy querido compañero, el malogrado y recordado Jorge Perdomo, redactor gráfico de este diario durante varios años.
La Residencia fue el primer gran hospital de Canarias. Ya el régimen del general Franco había puesto en marcha el llamado, al principio, Seguro de Enfermedad y designó como primer establecimiento de la sanidad pública a la legendaria clínica Llabrés, cuyo fundador y director era el doctor Lorenzo Llabrés Delgado, quien, posteriormente, fue médico de la Asociación de la Prensa de Tenerife, de la que entonces era presidente quien firma este comentario. O sea, Lorenzo era el médico de los periodistas, a quien todos queríamos como un miembro más de aquella asociación.
Y, metido en recuerdos, muy gratos en cuanto se refieren a viejos y muy queridos amigos, he dejado atrás mencionar el contenido de la carta de los trabajadores de La Candelaria, quienes dan cuenta de su indignación -dicen- por comprobar que, a pesar de la crisis económica, aquí se multiplican gastos en vez de reducirlos. Se encargan pequeñas reparaciones a empresas privadas, cuando tenemos medios y recursos humanos. Hay noventa profesionales de distintos niveles, oficios y categorías. Hay un subdirector económico, un jefe de sección, otro de servicio, un coordinador de obras, ocho ingenieros técnicos, diez encargados de equipo, diecisiete electricistas, diez mecánicos, diez peones, siete fontaneros, cuatro calefactores, cuatro albañiles, tres pintores, un carpintero y un tapicero. Y sigue una asombrosa relación de despilfarros.
No se dan nombres, que tampoco me ha parecido oportuno exigir, porque no se insulta a nadie, sino se dan datos, que puede comprobar quien esté interesado en ello. Y ahí queda eso para que los responsables asuman lo que deben hacer, disponer y, en su caso, corregir.  El dia.es

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