“No me llames héroe si me estás
convirtiendo en mártir”.
La frase es de un médico e investigador del
Hospital de La Candelaria, en la isla de Tenerife, el complejo que está
soportando la mayor carga asistencial en la comunidad autónoma que,
hasta la fecha, está registrando el menor número de casos de COVID-19
por habitantes (25,09 por cada 100.000, según cifras del Ministerio de
Sanidad). Su preocupación se resume en un dato: una de cada cinco
personas contagiadas en Canarias es personal sanitario. El porcentaje
dobla la media nacional, que se sitúa en torno al 10%.
El
último informe epidemiológico publicado por el Servicio Canario de
Salud (SCS) indica que los profesionales infectados ya rozan la centena
en las Islas. La cifra de sanitarias contagiados duplica la de los
profesionales hombres, un porcentaje que guarda proporción con la
distribución por sexo en el sistema de salud canario, donde el personal
femenino ocupa dos de cada tres plazas, según un informe de Comisiones
Obreras.
Este mismo lunes, una enfermera del centro de salud de
Valverde, en la isla de El Hierro, daba positivo. Este caso ha activado
el protocolo de aislamiento para numerosos profesionales que ejercían en
el centro: tres facultativos, otros ocho enfermeros y todo el personal
administrativo. El ambulatorio ha quedado bajo mínimos y se ha tenido
que cubrir con sustitutos. En Valsequillo, en Gran Canaria, se le ha
diagnosticado la enfermedad a dos trabajadores del centro de salud. Este
martes se ha cambiado a todo el equipo. Profesionales del Hospital
Universitario de Canarias (HUC), en Tenerife, advierten de que al menos
tres de sus compañeros permanecen ingresados en la Unidad de Cuidados
Intensivos (UCI). En el Hospital Insular de Gran Canaria se acumulan las
bajas mientras algunos especialistas renuncian a hacer guardias por la
falta de equipos de protección individual (EPI).
“Lo
que necesitan los sanitarios es ayuda”, implora el médico investigador
de La Candelaria, que advierte de que el elevado porcentaje de contagios
entre los trabajadores de la salud es, hasta la fecha, el dato más
preocupante de la emergencia por el COVID-19 en Canarias. Este experto,
que prefiere mantenerse en el anonimato, cree que se deberían plantear
más medidas para proteger a los profesionales que se sitúan en la
primera línea de batalla contra el coronavirus, entre ellas algunas
novedosas o poco difundidas, como ofrecer a los trabajadores de las
Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) la posibilidad de alojarse en
hoteles durante la emergencia para evitar contagios familiares o la
quimioprofilaxis, el uso de sustancias químicas como estrategia de
prevención de enfermedades.
Este médico sostiene que
Canarias está infrautilizando su red de Atención Primaria, “seguramente
una de las mejores del mundo”. A su juicio, los médicos de los centros
de salud pueden hacer el seguimiento a los pacientes contagiados que
presenten cuadros leves o moderados, así como a los asintomáticos que
permanezcan aislados en sus domicilios. Para el también investigador,
esta opción es preferible al modelo utilizado en China, a la “táctica
del arca de Noé”, consistente en acumular enfermos en grandes espacios
como recintos feriales. “China no tiene Atención Primaria para su
población y, de hecho, se viene fijando históricamente en el modelo
español”, remarca el doctor, que recuerda que expertos de la Isla han
acudido en los últimos años al país asiático a impartir cursos a
petición de sus autoridades sanitarias.
Los
profesionales de los centros de salud señalan que, en algunas áreas, la
actividad se ha reducido considerablemente como consecuencia del plan de
contingencia elaborado para contener la extensión del virus, que ha
suprimido las consultas no urgentes y una gran cantidad de pruebas. El
Gobierno canario anunció la pasada semana las diferentes opciones
planteadas para atajar el repunte: la liberación de plantas y recursos
en los hospitales públicos para ingresar a pacientes contagiados, la
disponibilidad de camas en las clínicas privadas, que se convertirán en
zonas “libres de virus” y, en caso de que fuera necesario si la
situación se desborda, la medicalización de hoteles o medidas más
drásticas como la apertura de hospitales de campaña en recintos
feriales.
Mascarillas bajo llave
Las
preocupaciones más extendidas entre los profesionales sanitarios de las
islas siguen siendo, en cualquier caso, la falta de material de
protección, la formación y la información. “Los médicos y el conjunto de
los profesionales sanitarios somos una profesión de alto riesgo para
ser contagiado por el coronavirus, pero también contagiante a nuestras
familias, sobre todo a los mayores y a las personas débiles (...) Somos
un recurso estratégico para la sociedad. No podemos estar ni un día más
desprotegidos, sin EPI, sin batas adecuadas, sin mascarillas, sin
guantes”, lamentaba este lunes en un vídeo difundido a través de las
redes sociales Pedro Cabrera, presidente del Colegio de Médicos de Las
Palmas. “No somos héroes y no queremos convertirnos en héroes caídos en
el campo de batalla”, concluía el representante provincial de los
facultativos en su mensaje a las autoridades sanitarias.
Alejandro,
enfermero en el HUC, recuerda que cuando se empezaron a diagnosticar
los primeros casos de COVID-19 en Canarias se produjeron una serie de
robos de mascarillas en el complejo, en especial en las áreas de
aislamiento inverso, aquellas en las que tanto profesionales como
familiares deben entrar protegidos para evitar contagiar a personas con
enfermedades del sistema inmunológico. Desde entonces, las mascarillas
se encuentran bajo llave en el despacho del supervisor.
La
escena se repite en numerosas áreas de los hospitales canarios. Los
jefes de servicio se han convertido en custodios y dosificadores de las
mascarillas. Manuel, médico del Hospital Insular, critica que este
reparto de material obedezca al criterio de los superiores en cada
departamento o de la petición de los propios profesionales y no a una
verdadera evaluación de riesgos por puestos de trabajo. Cuenta que
algunos servicios solo dispusieron de geles y mascarillas el pasado
viernes y señala como ejemplo de lo que considera una deficiente gestión
de la crisis el hecho de que fuera este martes, prácticamente diez días
después de la declaración del Estado de Alarma por la extensión del
coronavirus, cuando se haya citado a personal sanitario y subalterno de
diferentes hospitales a unas sesiones de formación sobre la colocación y
retirada de los equipos de protección individual.
Desde
el Hospital Insular también llegan quejas por otras cuestiones
vinculadas a la prevención de riesgos laborales, como la falta de
definición entre “zonas limpias y zonas sucias”, es decir, áreas con
mayor riesgo de contagio, de manera que se generan “vectores de
transmisión” en el propio complejo.
“La situación es
muy complicada. Yo me levanto con miedo, hay compañeros que no están
durmiendo. Te cruzas con ellos por los pasillos y tienes ganas de
abrazarlos. Hay mucho compañerismo y estamos dando el mil por mil, todo
lo que podemos”, concluye, visiblemente emocionado, Alejandro, enfermero
del HUC.