viernes, 25 de octubre de 2013

Robos y más robos

Están robando en el hospital de La Candelaria, han sufrido ataques violentos en el exterior algunas empleadas del centro y se han detectado hurtos en las habitaciones y en los pasillos del hospital. Desde luego, esto no es propio de una sociedad civilizada y moderna, sino de un pueblo de vándalos.

Pero a lo que no hay derecho es a que se construya un hospital sin aparcamientos, a que los aledaños no estén vigilados y a que el personal de seguridad no esté detrás de los sinvergüenzas y de los amigos de lo ajeno en el interior del recinto.

Sabemos que la terrible crisis económica que vivimos ha propiciado un aumento de los robos y de otros actos delictivos. Los delincuentes están entrando en las casas, incluso con sus moradores dentro. No se cortan un pelo; y en ocasiones les es rentable debido a la debilidad de las leyes y a lo laxo de su aplicación. Este es un país en el que las leyes se toman como el pito del sereno. La escalada de robos se hace muy peligrosa en una sociedad que vive del turismo. Los ladrones no distinguen entre turistas y naturales. Pero los turistas, si les roban, no vienen más. Y ya son demasiadas las denuncias. Tenerife puede dejar de ser una isla segura y estamos jugando con fuego en este sentido.

Las fuerzas de seguridad deberían estar más al loro y extremar su celo para evitar estos actos y para detener a los autores, en el caso de que logren cometer el delito. Es necesario prevenir. Aunque han bajado, por ejemplo, los robos de coches, sobre todo por los sofisticados sistemas que hoy llevan los automóviles, se han incrementado en un alto porcentaje los allanamientos en viviendas, negocios y depósitos comerciales.

Bien por la acción de las bandas, bien por delincuentes individuales, la población no está tranquila. Fíjense en la denuncia que presenta el sindicato de enfermería de la Residencia Sanitaria. Atracan a las enfermeras cuando van a acceder a sus coches, estacionados en plena calle porque no existen aparcamientos ni para personal ni para pacientes y familiares. Un desastre. Y, además, ya se producen hurtos dentro del propio hospital. Pero, oiga, ¿qué pasa aquí? Un hospital sin aparcamiento, Dios mío, pero ¿dónde estamos?, ¿en un país africano de tercera?, ¿en una república bananera?, ¿en una isla sin pies ni cabeza? Y lo peor es que tiene difícil arreglo la cosa.
(El dia.es)

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