viernes, 11 de febrero de 2011

Jefes influyentes o perversos



Os hacemos llegar este brillante artículo de Montse Mateos, publicado en el suplemento "Expansión y Empleo" ya que los últimos correos recibidos son indicadores de que algo no funciona. El liderazgo es algo que se aprende pero a veces tampoco existe la voluntad de aprender.



"El carisma, los valores y la ética son los ingredientes que cocinan a los jefes in­fluyentes. Esos seducto­res incorregibles capaces de ven­der hielo a los esquimales con sus ideas, convertir una caída de resultados de negocio en una ali­ciente positivo para trabajar con ilusión y que casi nunca necesi­tan utilizar ni la amenaza ni el castigo para lograr que su equipo funcione.

Un jefe influyente es envidiado por sus iguales y admirado por sus colaboradores porque, como expli­ca Gustavo Piera, presidente del Grupo CMR, «ayuda a su equipo y las personas que tiene a su cargo son conscientes de que les llevará por el buen camino y les echará una mano para crecer, aunque ten­ga que prescindir de alguno de ellos por una buena oportunidad de carrera fuera de su área». Es sencillo reconocerlos por su cama­radería y su sano sentido del hu­mor. No se cortan cuando se trata de explicar cómo hacer las cosas porque existe un motivo que han detectado y se ocupan de explicar para que no vuelva a suceder.

También Puri Paniagua, socia de Neumann, ha percibido las virtu­des de este directivo modelo que «da instrucciones precisas dejando un espacio para crecer, influye en los profesionales y también les da un reconocimiento público a su trabajo. Tiene dos prioridades: Las personas y el beneficio de la orga­nización. El resto es secundario». Ovidio Peñalver, socio director de Isavia, reconoce que es muy fácil seguir a estos ejecutivos porque no necesitan más que ser ellos mis­mos, sin tapujos, «para lograr que colaboradores y clientes les sigan por sus ideas porque son atractivas o novedosas y también porque des­piertan la confianza, tienen una buena imagen pública y son cum­plidores, dos valores que intentan trasladar a su equipo».

El anti-líder

Sin embargo, esta influencia positi­va se puede volver en contra; si no se gestiona de forma adecuada se convierte en perversidad. Muchos jefes que se jactan de tener un agenda repleta de buenos contactos sólo los aprovechan en su propio beneficio. Peñalver dice que si el buen directivo piensa en que ganen los demás es un jefe ético: «Es lícito y lógico que un líder quiera ganar y aprender con lo que hace. Pero cuando se hace desde la prepoten­cia y el egocentrismo, las cosas fa­llan. Es una manera de ser que no se puede ocultar».

Paniagua asegura que «esa acti­tud egoísta por querer controlarlo todo haciendo uso de una influen­cia perversa, más que inseguridad denota una obcecación ciega en su beneficio personal. Lo que en rea­lidad les preocupa es que el resto sean de su propia condición, por eso les ve como una amenaza". Es­te tipo de personajes ordenan, mandan y, como dice Piera, «si el liderazgo sano busca el crecimien­to de los demás, este jefe se vale de los demás para crecer e influye en la gente dándole lo que quieren oír para crecer y que se conviertan en la catapulta que le haga llegar a lo más alto».
Los buenos jefes saben que si los profesionales que hay a su alrededor crecen, eso les hará más grandes. El líder perverso só­lo piensa en sí mismo, le ha costa­do llegar y nadie le arrebatará lo que se ha ganado.

Para aprender a controlar el ego de estos ejecutivos, Paniagua reco­mienda hacerles escuchar y am­pliar su rango de visión. «Lo más complicado para un alto directivo es manejar a una persona influyen­te perniciosa pero muy buena en su trabajo. Venden muy bien los resul­tados y eso les hace grandes de ca­ra a la galería. Es difícil que los de arriba se den cuenta de que no ac­túan con ética, pero un mal clima laboral o una rotación elevada en su equipo son algunos detonantes que conviene vigilar».

Conclusión: Si tiene un jefe in­fluyente, mímelo. Sin embargo, si la perversión llega unos límites in­soportables... Quizá debería plan­tearse un cambio de jefe o de em­presa; hay actitudes que acaban contaminando todo lo que hay a su alrededor."

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