viernes, 2 de octubre de 2009

Bienvenido otoño

Bueno, aquí estamos otra vez. Despidiendo un verano que no ha sido nada dulce, y en que hemos podido notar los recortes en muchos sentidos...

En esta ocasión y hasta no poder confirmar de forma fehaciente los importantes cambios que se presienten en el organigrama de nuestra "casa", voy a reproducir un interesantísimo artículo de Bernardo Medina Rodrigón:



FALTA GESTIÓN PROFESIONAL EN LA SANIDAD CANARIA

Canarias a, 14 de septiembre de 2009.

Entendemos que falla el sistema por su base cuando la clase política desconfía abiertamente de los trabajadores-as sanitarios públicos profesionales, al buscar al amigo/simpatizante del partido para que ocupe una jefatura. Y traigo todo esto a colación, por los ceses y nombramientos recientes en los Hospitales Materno e Insular.
Reflexión válida para el conjunto del Servicio Canario de la Salud.
Estamos al servicio de la Administración Pública, es decir, al servicio de los intereses públicos y generales, independientemente del partido que esté en el poder. Las líneas de acción política, las ejercen los dirigentes políticos legítimamente elegidos a través de las urnas como no podía ser de otra forma. Pero la acción administrativa debería estar en mano de los profesionales de la sanidad pública canaria. Para ello deben cubrirse las plazas de gestión de forma reglada, facilitando la promoción interna, etc, es decir: eficacia, transparencia y profesionalidad.
La imparcialidad y la objetividad nos deben guiar, son necesarios gestores con preparación técnica y cualificación profesional para desarrollar su labor. Si la libre designación surgió en su momento, en cierto modo con el propósito de poder cubrir determinadas plazas para poder valorar cualidades personales que no constan en la antigüedad o en el currículum y que pueden ser legítimas, el sistema se ha pervertido tanto que no es sino un modo fácil de rodearse de aduladores-as silentes, de leales amigos-as o de compañeros de partido o trabajadores-as sumisos. Hay que acabar con el amiguismo y el compadreo en la designación a dedo de los puestos de trabajo de responsabilidad y a todos los niveles, que nos lleva a una gestión no profesional, con ausencia de sistemas de información que permitan tomar decisiones en tiempo real de manera preventiva.
Intersindical Canaria en sanidad, viene solicitando desde hace años la profesionalización de la gestión y la implicación de los trabajadores en la misma, sin olvidar la participación de la población. Coordinar, dinamizar, organizar y gestionar adecuadamente, ineludiblemente lleva aparejado aprender del error, de lo mal hecho, y que una empresa como la nuestra -el Servicio Canario de la Salud- bastante compleja, requiere reconocer esos puntos débiles, los factores críticos de éxito, para reflejar el nivel de excelencia de nuestra organización. Reconocer las deficiencias no debe avergonzarnos, al contrario, debe servir para trazar lo objetivos, las líneas de actuación, para poder mejorar y avanzar.

Tenemos un buen sistema sanitario público en Canarias, pero a costa del sacrificio de toda índole, de sus trabajadores y trabajadoras. Y a la par tenemos en general unos directivos poco preparados -algunas excepciones hay-, insensibles a nuestras demandas, bastantes soberbios, y que deberían impulsar un verdadera política de gestión de Recursos Humanos.

La respuesta desde el sistema ha sido siempre similar, el aumento de medidas coercitivas por parte de la dirección de los distintos centros, fomentando conflictos y el desprecio a la opinión de los trabajadores-as y sus representantes legales. Una de nuestras funciones es la de presionar para que las actuaciones y decisiones se ajusten a lo que demanda la población, los trabajadores y las prioridades que determinen. Cuando surge el conflicto o debate sobre desacuerdos o rechazo de actuaciones institucionales o de gestión, no se nos debe tildar de alarmistas o instaurarse la descalificación, o lo que es peor, ignorarnos, al contrario, las propuestas e iniciativas de una sociedad movilizada y que rechaza actuaciones arbitrarias del poder, deberían figurar en lugar prioritario en la agenda de nuestros gobernantes y gestores, que parecen más preocupados en defender su statu quo dominante, que en averiguar cuáles son los problemas reales que nos afectan.

La perversión del sistema funcionando prácticamente como una agencia de colocación de amistades en la gestión a todos los niveles, conduce al desinterés del trabajador-a, que saca en conclusión, que los méritos objetivos como la formación, experiencia, etc, no valen para nada en su carrera profesional y en lugar de superarse -ante la falta de alicientes y motivación- se desentiende. Y eso es lo peor que le puede ocurrir a cualquier empresa, máxime a la nuestra dedicada a la salud. El valor fundamental de una empresa está en el talento de sus recursos humanos, saber aprovechar sus posibilidades de promoción y desarrollo, lograr que los profesionales sean generadores de valor.

Falta estrategia y organización en la defensa de la sanidad pública en nuestros directivos y políticos, y sobran actitudes de propaganda de lo que inauguran. Falta una nueva concepción de nuestra empresa que sea socialmente responsable, que suponga un cambio en la filosofía de la organización, en estos momentos casi reducida a una estrategia de imagen política y de marketing electoral permanente.

Es fundamental, que nuestros gestores se planteen cómo debe integrarse al trabajador-a en el espacio organizacional. En ese contexto no necesitamos trabajadores-as sumisos que callen. Tenemos una serie de necesidades y de proyectos personales y sociales que son inseparables de nuestro quehacer profesional, esto implica la gran responsabilidad de abrir nuestra mente a nuevas opciones y desaprender mucho de lo que hemos aprendido. Cada vez se siente con más fuerza la necesidad de impulsar nuevos valores, entre ellos el afán de superación, creatividad, compromiso y participación. Y para ello es necesaria una nueva concepción de la organización y del trabajo en el seno de nuestra empresa, donde nos sintamos partícipes y comprometidos con un proyecto común.
No existe una organización exitosa que no haya basado sus resultados, en un adecuado desarrollo de sus recursos humanos. Y para conseguirlo, necesitamos una gestión profesional. Y eso es lo que esperamos, interés real por los problemas y preocupaciones de los trabajadores-as y usuarios-as de la sanidad canaria. Que no se nos vea como una amenaza, sino como una oportunidad.

Warren Bennis el gurú de la motivación, dice que su gran mérito, según él mismo, es sencillo: “Practico lo que digo” y que, “El liderazgo es la capacidad de trasladar la visión a la realidad.” Pero tenemos un serio problema en muchos de nuestros directivos, no se tienen ideas, no se tienen objetivos, no se tiene equipo. Vamos que sobran formas y métodos a la vieja usanza, con una visión jerárquica obsoleta y corporativa. Dirigir no es sólo señalar o indicar a dónde debe encaminarse la organización. La empresa entera, es decir, todos y todas, tenemos que tener los medios y los mecanismos, con gestores preparados, para caminar juntos hacia la mejora de la calidad asistencial, y para ello es imprescindible, que la estructura de gestión se esfuerce en dar lo mejor de sí, para lograr que los demás den igualmente lo mejor de ellos mismos. Lo que hemos visto hasta ahora es poco edificante. Nuestra sanidad pública y su altísima calidad, no se lo merecen.

Fdo: Bernardo Medina Rodríguez

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