Poco a poco va incrementándose el nivel de preocupación del personal, se van acumulando las órdenes contradictorias, la actividad
ambulatoria se va paralizando, la falta de elementos de protección se hace
patente, y una legión de mandos intermedios transmiten ordenes al personal que
son revocadas o modificadas en poco tiempo.
Teniendo en cuenta que aquí todavía no padecemos una
saturación como otros hospitales en la península, la sensación es de absoluta
indefensión, y caos organizativo.
El personal de enfermería que se encuentra en primera línea de
esta emergencia sanitaria no conocida en el mundo con anterioridad, no confía en
que una dirección de enfermería que ya demostró su franca incompetencia en
aquella otra alerta del virus Ébola, esté capacitada y a la altura necesaria
para manejar este escenario.
Superaremos esta adversidad sin duda, pero no gracias a la capacidad
de liderazgo, organización y planificación de esta dirección asistencial, sino
a la imparable voluntad de servicio de los profesionales de esta organización,
que expondremos nuestra salud a pesar de las adversidades y agotamiento con los
que realizamos nuestra labor en todo momento y cualquier circunstancia.
Y cuando esto, termine por favor, no se hagan una foto con
nosotras, no nos adulen ni nos coloquen bajo sus alas para decir que lo hicimos
muy bien, pues nos separa un abismo.
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